Cualquier carnavalero que se precie, tiene que disfrazarse de pirata, al menos una vez en la vida. Esta fue mi primera vez, no me acuerdo del año, pero debía de ser el 90 y algo. Como ya comenté en el post del barón rojo, volví a sacarle provecho a las botas, los pantalones que llevaba, también era reciclados, de un disfraz de bárbaro de años anteriores. El cinto que hacia de tahalí para la espada, era de un disfraz de Papa Noé, que lo readapté para la ocasión. La camisa se la compré a una guiri en el rastrillo de los domingos (creo que por 100 pesetas), el collar, de un cinturón de una amiga que lo iba a tirar. El brazalete era del disfraz de Madmartigan (Willow), que lo había hecho, años antes, con un trozo de calabaza de agua, forrado con la tela de una manga, de una chaqueta vieja de cuero de mi hermano David.
Lo único nuevo que llevaba eran las pistolas y la bandera pirata, que en esta ocasión hacía también de pañuelo en la cabeza.
Este año si coincidimos unos cuantos para salir ataviados y piratear honradamente por Nerja en los carnavales. Tengo muy buen recuerdo de ese pasacalles, pues supongo que imbuidos por el espíritu de la piratería, asaltamos los diferentes locales por donde discurre el pasacalles sin preocuparnos demasiado de por donde iba la comitiva. Además, el amigo Peña, que nos lo encontramos en la calle cuando salíamos , tardó décimas de segundo en hacerse un disfraz, con un pañuelo y unos tatoos con boli bic que quedaron de escandalo.
martes, 29 de noviembre de 2011
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